Una
persona que era muy infeliz, un día se encontró una pequeña ave, se
enamoró de ella cuando la miró revolotear y cantar tan feliz por entre
los árboles, se sintió tan contento por la felicidad que estaba
observando, que pensó que eso era lo que necesitaba para ser feliz; así
que decidió atraparla, llevarla a su casa y ponerla en una jaula para
que ahora cantara solo para él.
El ave de plumas brillantes
y de cantar hermoso, por algún tiempo cantó, por algún tiempo sus
plumas brillaron, con un poco de alimento sobrevivió, con muy poca agua
se conformó, pues no había forma de exigir más, cada día disminuía su
cantar, cada día sus brillantes plumas se maltrataban en la pequeña
jaula, muy pronto la persona que era muy infeliz y que ahora era dueña
del ave, comenzó a ver lo fea que se iba poniendo el ave, ésta muy
pronto se había quedado vacía, ya no tenía nada que dar, pronto comenzó a
recibir mucho menos migajas que antes, y así ya no tenia ganas de
cantar, se imaginaba la jaula abierta, pero pensaba si tendría fuerzas
para volar, pensaba que talvez era mejor quedarse para siempre en esa
pequeña jaula, alli por lo menos recibía un poco de alimento y un poco
de agua de vez en cuando; pero también se imaginaba que las demás aves
sus hermanas, volaban libres y felices por entre el bosque, y se
imaginaba libre, su dueño apenas se ocupaba de ella, ya nunca la miraba,
sus plumillas rotas y sin brillo ya no le atraían, su cantar tampoco,
pues se había vuelto triste, ahora ya no era un cantar sino un llorar,.
Cada día, cada momento, se había quedado sin nada y ya no tenía nada
que dar, y ¿Qué daba, si no tenía ni para sí misma? Ahora se preguntaba
si algun día se abriría esa jaula, o si talvez moriría dentro, sin que
nadie lo notara, se preguntaba si era posible volver a sentir esa
felicidad que algún dia tuvo y que ahora había perdido, pero dentro de
la jaula jamás la recuperaría.
Autora: Laura M. C.
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